viernes, 14 de noviembre de 2008

CAPITULO XVII

Pienso que todos los príncipes deben desear ser temidos por clementes y no por crueles. Surge de esto una cuestión , más ser amado que temido o temido que amado entonces que es más seguro ser temido que amado. Supongo que cuando el príncipe está al frente de sus ejércitos y tiene que gobernar a miles de soldados, es absolutamente necesario que no se preocupe si merece fama de cruel, por que sin esta fama jamás podrá tener ejército alguno unido y dispuesto a la lucha.Pero como creo que el amar depende de la voluntad de los hombres y el temer de la voluntad del príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno, pero tratando siempre de evitar el odio

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