jueves, 13 de noviembre de 2008

CAPITULO V

Me parece que hay tres modos de conservar un Estado que, antes de ser adquiridos, estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad: primero destruirlo; depuse radicarse en él; por último, dejarlo regir por sus leyes, obligando a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por un corto número de personas, para que se encargue de velar por la conquista. Pero pienso que como ese gobierno sabe que nada se puede sin la amistad y el poder del príncipe, no ha de reparar con medios para conservarle el estado. Porque nada hay mejor para conservar si se la quiere conservar una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por sus mismos ciudadanos.Creo que en verdad el único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, espere a ser aplastado por ella.

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